No está claro si se acabará el mundo en cinco días, así como
tampoco qué pasará en el próximo periodo presidencial venezolano. La verdad es
que estas navidades están llenas de un aura de incertidumbre que, si bien, no
le quitan el sueño a nadie, creo que han plagado de un toque melancólico estos
últimos días. ¿Serán los últimos de algún periodo? Yo creo que sí.
La constante evolución nos va haciendo más fuertes. Está
demostrado históricamente; eso sí, no sé si nos hace más inteligentes, pero
quizá, sí más civilizados, aunque muchos vivamos en Caracas y nos parezca raro
este término. Eso porque por estas calles encontramos caras de personas que en
sus hogares viven con costumbres de la edad antigua; otros, la mayoría, con de
la edad moderna y unos pocos, con de la contemporánea. Estos últimos, a pesar
de llevar una bandera que avanza en un estado natural de las cosas, son los que más sufren
al tener que compartir con una cantidad de asimetrías no reconocidas y que no son económicas,
que no dependen de la clase social, que no son culturales, ni de poder, ni
raciales: son atemporales.
¿Encontrará la humanidad un mismo tiempo el próximo 21 de diciembre? ¿Seguiremos
viviendo el barroco criollo? Status quo, incertidumbre, cambios. Status quo… Creo que esta es una buena
fórmula para determinar el fin de un mundo.
Yo, que siempre he perseguido esa bandera, creo que es hora de cambiar. ¿Ustedes no?